Paises Bajos, Alemania y Dinamarca.

Después de dos noches en Brujas, pusimos rumbo a Giethoorn, en los Países Bajos. Todo el camino llovió bastante, así que cuando llegamos al área buscamos la zona menos encharcada, enchufamos para cargar la silla y nos instalamos.

Esta vez era en un prado cubierto de hierba para nosotros solos. Seguía lloviendo sin parar, pero habíamos ido hasta allí para ver un pueblo con bastante encanto y no estaba dispuesta a que un poco (más bien un mucho) de lluvia nos parara. Me puse encima todo lo que tenía, un paraguas y a la calle. Es un pueblo único, y totalmente de cuento. En verano debe estar a tope de turismo, había muchas barquitas de alquiler para moverte por el pueblo, y barcos más grandes, de los que al menos uno vi que estaba adaptado, restaurantes, bares y tiendas. Pero ese día de septiembre, no había absolutamente nadie, todo el pueblo era para nosotros. Una vez pasada la zona turística, llegamos al corazón del pueblo. No hay calles, tiene canales que delimitan parcelas en las que sólo hay una casa con jardín y una barquita amarrada. Para ir andando hay que ir de puente en puente, sin problema para la silla hasta llegar a un punto que ya no pude seguir. Los tejados de brezo, las casas con las ventanas iluminadas y adornadas, los jardines más que cuidados, los patos, las flores…parecía la ilustración de un cuento en el que las casas estuvieran ocupadas por la familia Pato, La familia Ardilla, la familia Conejo… Con ese paseo me tuve que dar por contenta.

Giethoorn
Giethoorn

No paraba de llover y al final apretó bastante. Menos mal que estábamos conectados a la electricidad y pude usar el secador del pelo, porque llegué totalmente empapada. No podíamos hacer mucho más, así que nos cambiamos de ropa y nos dispusimos a disfrutar de unas cervezas que habíamos comprado en Brujas. Nosotros en la autocaravana no llevamos televisión, nos encanta estar desconectados del mundo, tener todo el tiempo para nosotros y vivir al ritmo que nos va marcando el sol. Estos ratos de tranquilidad junto con los desayunos, son los mejores de las vacaciones. Y es que una cervecita en la auto sabe mejor y el café recién hecho huele especialmente bien.

Vamos siguiendo en parte la ruta que nos va indicando mi amiga a la que vamos a visitar, y nos recomendó Bremen, así que para allá nos fuimos al día siguiente. Busqué como siempre un área, pero cuando llegamos estaba en un parking de un estadio deportivo. Para colmo estaban montando un escenario muy grande. Estaba claro que no era el mejor sitio para pasar la noche. Aprovechamos la parada para comer y buscar otro sitio.

En esta ocasión si acertamos. Estábamos muy cerca del centro histórico y el área estaba en un parque junto al rio, arbolado, bonito y tranquilo. Como hacemos habitualmente, nos dirigimos a la oficina de turismo por un mapa. La ciudad es muy bonita, con los adoquines de rigor en el centro histórico y las vías del tranvía que incordian un poco, pero no había bordillos. Tiene una parte monumental muy llamativa, impresionante y otra apartada del centro con mucho sabor, con calles estrechas y casitas bajas en las que hay comercios y bares. Diferente una a la otra y muy interesantes las dos. Volvimos al área y dimos un paseo con la perra, por la zona de alrededor, que también era muy bonita. No es raro encontrar sitios de pernocta en zonas espectaculares, que además por lo general tienen carril bici, por lo que es muy fácil desplazarse y así que se disfruta de naturaleza y de la visita a la ciudad en una sola parada.

Area de descanso para caravanas
Area de descanso para caravanas

Al día siguiente teníamos la intención de llegar a Copenhague. Eran 592 kilómetros, así que nos ponemos en marcha temprano, cambio de aguas, pagamos 14 euros por la noche y pongo en el GPS las coordenadas del área. Tenemos que cruzar toda Dinamarca, de isla en isla por varios puentes, entre otros el impresionante Grand Belt, de 16km. Hacía bastante aire, y la auto se movía un poquito, por lo que había que ir muy despacio, yo disfruto del espectáculo. Los molinos eólicos están en el mismo mar, iban a toda velocidad, el mar estaba bastante agitado y muy cerquita. El que conduce no lo pasó tan bien como yo. Por la tarde llegamos al área y.. sorpresa, hace un mes estaba en uso, pero ahora había dejado de existir. Buscamos más y no encontramos ninguna opción. Un poco chafada porque tenía mucho interés en ver la ciudad, decidimos cruzar a Suecia. Nos llevó el GPS hacia el centro de la ciudad y de pronto vi un edificio, parecía un palacio, que tenía plazas de aparcamientos pintadas de azul y allí aparcamos. Era domingo, así que excepto un vigilante, no había nadie. Luego descubrimos que era una sede ministerial. Estábamos en pleno centro, así que pude hacer mi visita. Entre unas cosas y otras se no hizo tarde, hacía bastante frio, y no estábamos muy tranquilos por dónde habíamos aparcado, así que decidimos que a la vuelta, volveríamos a parar y visitar Copenhague en condiciones. Al final no lo hicimos, así que está en mi carpeta de pendientes. Pasamos la noche mal, pensando que alguien podría venir a echarnos. Además estamos en el centro de la ciudad y hay ruido.

Suecia

Decidimos irnos muy temprano, antes de que llegaran a hacer uso del parking. Salimos destino a Varberg, enseguida entramos en el puente_tunel de Oresund, que une Dinamarca y Suecia. Se entra por un túnel en la parte danesa y en medio del mar sale al exterior en forma de puente hasta llegar a Suecia. Este fue otro trayecto muy curioso Nada más entrar a Suecia, compramos un mapa de carreteras y paramos a desayunar, a los pies de un molino antiguo. En seguida se nota el cambio en el paisaje. Las carreteras son buenas y tranquilas, aunque muchas no son autovías. Nos acompañan bosques de pino, señales de “Peligro, renos” y por supuesto muchos, muchos lagos. Las construcciones, las poblaciones pequeñas, las granjas de madera roja con ventanas blancas… todo es diferente. Sobre todo, me queda el recuerdo de mucha tranquilidad.

Llegamos pronto al camping, es de los mejores que hemos estado, está junto a la playa y tiene todas las comodidades. ¡Y está lleno de conejos!  Llevamos ya muchos días de viaje y necesitamos hacer una limpieza a fondo de la auto, de ropa y darnos una ducha larga y más cómoda de lo habitual, y para eso lo mejor es usar un camping. Venimos cansados, así que el resto de la mañana lo dedicamos a descansar. Por la tarde vamos al centro de la ciudad por un paseo totalmente accesible junto al mar. Empieza en una cala de arena blanca en la que hay un hospital de tuberculosos, de principios de siglo XX reconvertido en Hotel y termina en un balneario de los años veinte, con otra playa impresionante. El trayecto es muy agradable. El resto de la ciudad no tiene mucho que destacar, salvo un fuerte del siglo XIII. En Suecia se llama castillo y palacio a edificios que bueno, lo serán, pero no lo parecen. Hacemos el camino de vuelta y nos quedamos fascinados por el atardecer. A partir de ese día comprobamos lo bonitos y largos que son los atardeceres en Suecia, pasando por toda la gama de colores. Son tan largos que da para hacer muchas fotos y admirarlos un buen rato. Todo un espectáculo.

Paseo por Varberg
Paseo por Varberg

Al día siguiente dejamos el camping con destino a Ullared. Nos lo recomendó mi amiga, por si teníamos que hacer compras. En ningún sitio he visto nada parecido. Es una localidad muy pequeña, de hecho ni se ve, pero tiene un gran almacén muy barato, Gekas, tan barato que tuve que llamar a mi amiga para que me confirmara el cambio de moneda. Al rededor han surgido más tiendas tipo almacén, especializadas en zapatos, deporte y otras mercancías. Sólo para autocaravanas y caravanas había tres parkings, para autobuses otros tantos. Por lo visto es muy común organizar viajes colectivos para comprar. Y es que realmente es muy barato, incluso comparando con España, en Suecia todo es más caro, así que es normal que aquello pareciera una feria. Aproveché para comprar ropa de abrigo buena, que en Málaga es difícil encontrar y que tuve que usar, rellenar nevera y despensa y algunas cosas más. Nos llevó toda la mañana. Comimos allí mismo un plato típico sueco y seguimos marcha hasta Granna. Llegamos y aparcamos en el puerto, donde pasamos la noche, justo a tiempo de volver a disfrutar de otro largo y colorido atardecer. Por la mañana bien temprano vamos a comprar al pueblo. Es una localidad bonita, con casas de madera de colores. La peculiaridad es que aquí se empezó a fabricar los bastones de caramelos, los típicos rojos y blancos, así que está salpicado de tiendecitas en las que se puede ver cómo los fabrican.

Después de comprar caramelos de muchas formas, seguimos camino hacia Motala. No llevaba definida ningún área, así que aparcamos en una calle céntrica con la intención de hacer una visita y poco más. Vi que un hombre en silla de ruedas nos miraba mucho y se paseaba de arriba a abajo de la auto, y de repente llama a la puerta. Resulta que tiene una auto igual a la nuestra, que nunca había visto otra y el hombre Swen, está muy contento por eso. Nos indica dónde está el área y nos aconseja que vayamos allí. Y eso hacemos, el área está en un lugar precioso, justo a orillas del lago en una zona arbolada. Cuando llegamos, nos ofrece café y nos indica una ruta que rodea el lago, le digo que tengo poca batería pero que lo voy a intentar. La ruta es larga y hay una subida fuerte a un puente. Este lago forma parte del Gota Canal. Es una vía navegable que cruza, de lago en lago unidos por canales, toda Suecia. Se construyó en el s.XIX , hay muchas casas de esa época junto al canal, ya que era y es zona de veraneo (solo se puede cruzar en verano). Cuando ya estaba llegando al área, me encontré de nuevo a Swen, que venía a buscarnos porque estaba preocupado por si me había quedado tirada. En todas partes hay gente maja. Luego estuvimos hablando sobre su silla, muy rara, que era un prototipo que fabrican en Vesteros, sobre su autocaravana, su casa, su familia…no se cómo lo conseguí con mi escaso ingles mezclado con español y sus ingles mezclado con sueco y alemán. Mientras tanto pudimos disfrutar de la puesta de sol más bonita que he visto.

Lago del Gota Canal en Motala
Lago del Gota Canal en Motala

A la mañana siguiente nos despedimos de Swen, nos invitó a su casa y nos dió su dirección. A día de hoy, somos amigos en facebook. Tengo también que destacar que en este mudillo hay mucha solidaridad y nunca va a faltar ayuda, charlas y una cervecita,con el vecino, aunque apenas nos entendamos. Salimos con destino Vesteros, nuestra meta, con intención de parar en Berg, para ver sus esclusas. Resulta que hay varios Bergs y fuimos al que no era, pero no dejaba de ser bonito y paseamos un poco por el canal, que se puede recorrer por un camino paralelo solo para personas y bicicletas, totalmente accesible, tan largo como el canal. Aquí también tengo que repetir. Luego fuimos al Berg  buscamos, hicimos las fotos de rigor y seguimos hasta un monasterio que nos encontramos y que también quisimos visitar,me llamó la atención el cementerio, el más limpio coqueto y ordenado que puede existir. Por la tarde llegamos por fin a Vesteros.

A partir de aquí, pasé unos días en casa de mi amiga, visitando zonas que quedaban cerca. Fuimos a Upsalla, Stugna, Stragnas, todas merecen una visita, al parque nacional de Angso y por supuesto Estocolmo. Es una ciudad cómoda de visitar. Paseamos todo el día y una vez más la luz dorada del atardecer, acompañada de un arcoíris, nos dejó impresionados. De este día merece mención especial el museo Vasa, dedicado a un solo barco. No pagamos entrada ni mi marido ni yo, lo que es de agradecer porque era cara. Está totalmente adaptado, con rampas y ascensor. También había baño. La historia de este barco es muy curiosa. Se hundió nada más zarpar, en el siglo XVII. Era un barco enorme, el orgullo de la nación. Se recupero en 1960 y por las particularidades del agua, el barco se conservó intacto. Es realmente muy grande, por eso hay varias plantas para poder verlo desde la quilla al mástil más alto.  Sin duda es una cosa única que merece mucho una visita.

Otro día fuimos a un cementerio vikingo y nos enteramos que en cuatro días habría un festival vikingo, justo el día antes de empezar el regreso. Por supuesto que volvimos y fue una experiencia mágica. El cementerio está formado por varias tumbas, delimitadas por piedras. Son muy grandes ya que recrean la forma de barcos. Creo que eran 8, todas de mujeres. En el centro había un túmulo y una piedra con inscripciones. Estaban vestidos de vikingos, todo ambientado. Nos dieron unas antorchas, lo único que iluminaba, empezó cuando ya era noche cerrada. Hacían representaciones en cuatro escenarios diferentes, con cánticos, demostraciones de juegos vikingos, teatro (mi amiga me iba traduciendo) y otra en la que explicaban la historia de la zona, que es lo que está escrito en la piedra. Pero los cánticos fueron una maravilla, aunque no lo entendiera, transmitían mucho. Y aunque era de noche, en un terreno muy irregular, no tuve ningún problema. A eso también quiero volver.

Vuelta a casa

Con el recuerdo de la magia del festival vikingo, empezamos la vuelta. Volvimos a Ullared, la tentación era fuerte. Al día siguiente salimos con destino a Aabenraa, Dinamarca, volviendo a pasar por el puente_tunel y el Grand Belt, esta vez para alegría de mi marido, sin aire. Como era habitual, paseamos por el pueblo en solitario, todo estaba cerrado. Pasamos la noche en el área, que está en un fiordo, con unas vistas muy bonitas. A partir de aquí toca decidir que queremos ver. Vamos a volver por otra ruta y decidimos ir a Estrasburgo. Pero hacerlo del tirón es mucho, así que buscamos un punto intermedio, y elegimos Kassel en Alemania. Fue otro gran acierto. Llegamos por la tarde a la parte alta del parque Wilhelmshohe, al monumento de Hércules. Desde allí se ve toda la ciudad que queda a los pies de una montaña. En ese desnivel se extiende un parque, lleno de fuentes, cascadas, ríos y hasta un pequeño castillo. Es el parque en ladera más grande de Europa y patrimonio de la humanidad. Es todo una construcción artificial, de época barroca, en la que se pone en marcha el agua por la mañana y va bajando durante horas por fuentes, ríos y cascadas, saliendo al final en forma de geiser. Desde la parte alta no se puede acceder al parque, ya que hay escaleras, pero desde abajo, donde está el palacio, no hay problema. Así que disfrutamos de las vistas, dimos un paseo por un bosque cercano, por un carril muy cómodo hasta que se hizo de noche. Nos fuimos al área, que estaba justo abajo, a la entrada del parque. La mañana siguiente la dedicamos a pasear por todo el parque, con silla eléctrica no tuve problema (está en ladera), hasta que vimos salir el geiser. También visitamos el palacio museo, totalmente accesible. Tuvimos suerte, ese día estaban en funcionamiento las fuentes porque era domingo. Mi perra también disfrutó de las vistas.

La perrita de Belén disfrutando de las vistas de Kassel
La perrita de Belén disfrutando de las vistas de Kassel

Por la tarde seguimos camino a Estrasburgo, pero hicimos noche en el camino. A la mañana siguiente llegamos a nuestro destino. Teníamos que volver a hacer colada, así que fuimos a un camping, y ya estaba yo soñando con una ducha larga…y no. Resulta que el baño estaba muy bien, muy nuevo, con asiento cómodo, amplio, todo perfecto, menos la alcachofa de la ducha que caía bastante lejos del asiento. Así que lo comuniqué en recepción y espero que lo hayan arreglado. Hicimos la correspondiente visita a la ciudad, que no defrauda. Impresionante la catedral gótica, como siempre en Francia gratis y accesible. Nos llovió un poco…

Visita pasada por agua en Estrasburgo
Visita pasada por agua en Estrasburgo

Y una vez visitada Estrasburgo, decidimos hacer ruta por Alsacia. Fuimos despacio, es una zona preciosa, además estaba empezando la vendimia, todo muy idílico. Visitamos varios pueblos, Ribeauvillè, Eguisheim, la visita nocturna Turkheim fue preciosa. Todos los pueblos son de postal, casas centenarias con fachada de colores y entramados de madera, bodegas, flores por todas partes..Eguisheim es especialmente bonito. Es una zona a la que sin duda hay que volver. Esto nos llevó varios dias.

Nuestro siguiente destino fue Berna. Volvimos a ir a un camping, Suiza no es un país muy apto para autocaravanas, no había área. Estaba situado junto a un rio, entre vegetación, y hay un camino paralelo al rio que cómodamente nos lleva hasta el corazón de la ciudad. Nos llamó la atención los nadadores en el rio. Hacía frio, pero parece que no les importaba. Dejaban la ropa por donde se iban a salir e iban en bañador rio arriba hasta donde se lanzaban. Hay varios puntos en los que cuentan con termómetros con la temperatura del agua. Y caliente no estaba, muy valientes estos suizos. La ciudad es muy bonita, curiosa en muchos aspectos. Seguimos ruta volviendo a entrar en Francia, pasando por el lago Leman, demasiado turístico y masificado. Teníamos intención de parar en Annecy, pero fue imposible, no había sitio dónde parar, ni aunque hubiéramos ido en coche. Esta es otra cosa que de momento, y después de muchos viajes, no nos ha vuelto a pasar. Pero lo cierto es que atravesar toda esta zona en carretera, merece la pena, el paisaje es muy bonito. Eso nos llevamos junto con las ganas de intentar parar otra vez, posiblemente este año lo consigamos.

Los siguientes dos días los dedicamos a cruzar hasta el sur de Francia. Paramos en un par de sitios chulos a dormir. En Francia es muy fácil y siempre ha habido algo bonito que visitar allí donde hemos parado. Seguimos hasta el sur, a Narbona porque hay una tienda bastante grande dedicada al mundo de la autocaravana, así que a parte de conocer la ciudad, también hicimos alguna compra. En esta ocasión aparcamos la auto muy cerca del centro, en zona azul, que con la tarjeta es gratis y sin límite de tiempo.

Nuestra última parada en Francia fue en Carcassonne. Aparcamos en un parking para autocaravanas, donde hay un autobús gratuito que nos deja en la ciudadela, pero…imposible subir con la silla. El conductor se bajó y se disculpó pero no me entendió cuando le pregunté si quedaba lejos, así que resignados nos ponemos a andar ¡y resulta que está a poco más de un kilómmetro!. Es una ciudad medieval, amurallada, con una fascinante historia. No es totalmente accesible, la parte central, donde está el palacio es imposible de visitar, pero sin duda merece una visita.

Nuestra última etapa del viaje fue un fin de semana en un camping en Bronchales, Teruel. Habíamos quedado allí con un grupo de amigos, ya que estábamos en el norte, había que aprovechar. Desde allí, directos a casa. Fueron 35 días y 10.785 kilómetros, un viaje alucinante y reparador. Aprendimos muchas cosas, y perdimos muchos miedos: a no entrar con ese trasto tan grande por las calles, a no saber dónde aparcar, a no llevar decidido nada, a vivir tanto tiempo en tan pocos metros cuadrados y a hacer muchos kilómetros. Aprendimos que las áreas están cerca de las ciudades, que hay transporte publico accesible casi siempre. Y que la libertad de viajar así, decidir sobre la marcha, es lo mejor.

Post escrioto por Belén Gea

Si quieres recordar la primera parte del viaje pincha AQUÍ

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, indica tu comentario
Por favor, indica aquí tu nombre

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.