Estuvimos en Valencia desde el día 2 al 7 de marzo y una semana después el presidente del gobierno decretó el estado de alarma nacional para contener la pandemia del coronavirus.
Viajamos el lunes y nos alojamos en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en el hotel Ilunion Aqua 3 (al lado hay un Aqua 4) que se ubica sobre el centro comercial Aqua. La cadena hotelera Ilunion, del grupo ONCE, tiene el certificado de Accesibilidad Universal, lo que implica que la habitación es perfecta (¡tiene las perchas bajas!)
El complejo Ciudad de las Artes, fue diseñado por Santiago Calatrava. Entre 1998 y 2005 se inauguraron L’Hemisferic, el Museo de Ciencias Príncipe Felipe, el Oceanografic y el Palau de las Arts. Estos edificios son vanguardistas, las viviendas en torres de pisos, las avenidas enormes y se sitúa en uno de los extremos del extenso (más de 9 km) jardín del Turia. Es un barrio moderno, incluso sofisticado.

Un día completo lo pasamos en el Oceanográfico, disfrutando como niñas en ese magnífico espacio que recrea los sistemas marinos. Vimos delfines, peces de todos los colores en gigantescos acuarios, sepias, rayas, fantásticas medusas, pingüinos diversos, leones marinos, ibis, flamencos, tiburones variados y hasta dos belugas! Comimos en el restaurante Océanos correctamente.
Al día siguiente cambié la silla manual por la eléctrica y fuimos hasta la playa de la Malvarrosa. Primero hasta la zona del puerto y luego paseamos por el barrio del Cabanyal, un barrio de pescadores de casitas bajas, para acabar en el paseo marítimo. Me gustó mucho un espacio alternativo cultural y de ocio nacido de las ganas de los vecinos de recuperar la zona: La Fábrica de Hielo, aunque ese rato no había programado ningún evento.

De noche regreso al hotel y vuelta a la silla manual, que al ser muy reducida me resulta mucho más cómoda. La eléctrica se quedó en el coche pues comprobamos que en Valencia no era necesaria: es una ciudad llana y bien adaptada, con buenos rebajes , la mayoría de los espacios públicos a piso llano, con ascensores y tanto aseos como transporte para todos.

El jueves a las 12:00h estábamos en la Puerta de los Ángeles de la catedral a la espera de que se reuniera el Tribunal de las Aguas. El Tribunal se encarga de organizar los riegos que necesita la vega valenciana, canalizándolos por un sistema de acequias que se alimentan del río Turia. Como 8 son las acequias, 8 son los síndicos que se sientan en los 8 sillones. El alguacil solicita la venia del presidente y va llamando a los denunciados de cada acequia. Al no haber denuncias el Tribunal se disolvió. Ese día nos movimos por el centro, los barrios de Ruzafa y el Ensanche, cómodo, con mucha zona peatonal y un tiempo magnífico.

El viernes tomamos el autobús n.19 que nos llevó hasta el mercado, una obra maestra de estilo modernista con toda la vitalidad de un mercado central.
Luego pasamos a la cercana Lonja de la Seda, un impresionante edificio gótico civil. Para acceder es necesario llamar al conserje para que ponga en marcha el salvaescaleras. Una vez dentro fuimos al Salón de Contratación, una sala con 24 columnas helicoidales y una bóveda de crucería – al estar preparado para algún acto fallero, lleno de sillas, perdió mucha magnificencia- y luego al Patio de los Naranjos.
De la Lonja nos acercamos a la Plaza Redonda, llena de tiendas de artesanía, donde hicimos alguna compra. De allí a la Plaza del Ayuntamiento para escuchar la mascletá. La visita vespertina fue al Museo de Bellas Artes, de donde volvimos por el puente de la Trinidad, uno de los 18 puentes sobre el Turia. Los puentes continúan en su sitio, aunque el río fue desviado para evitar inundaciones en los años cincuenta, sobre jardines en vez de agua.
Y el sábado viaje de regreso con malas noticias sobre la infección.
Post escrito por Ana