Este ha sido uno de esos fines de semana previos a la Navidad en los que he disfrutado como los chiquillos con actividades que a muchos os parecerán tontas pero que a mí me han cargado las pilas. Soy un tío de gustos humildes y para hacerme feliz sólo me hace falta tener a mi gente, respirar aire puro en medio del monte y comer buen puchero del de toda la vida. Pues bien, este finde lo he tenido todo así que podríamos decir que ha sido perfecto.

El jueves nos fuimos a un pequeño pueblo de la comarca de las Tierras Altas de Soria, Aldealices, a un taller que organizaban para aprender a hacer centros navideños con acebo. Como sabéis el acebo es una especie protegida pero en esta zona tienen permitida la poda controlada por personal especializado y con el acebo que cortan, hacen durante varios fines de semana actividades en diferentes pueblos para dinamizarlos y atraer a gente a conocer estos lugares. Es una iniciativa muy interesante porque ayuda a que estos pueblos y sus costumbres sigan vivas.

Cuando llegamos sobre las 12 del mediodía, lo primero que nos encontramos fue a la gente del pueblo que recibía a todos los que allí llegábamos con unas migas de pastor con torreznitos crujientes de Soria que se iban del mundo regadas con botellas de vino con «pichorro» para beber «al alto» como lo hacía mi abuelo. ¡Qué recuerdos!

Cuando teminamos las viandas empezó el taller de centros navideños a cargo de Sendas Vivas, una empresa de dinamización de la zona que realiza actividades muy variadas.

Raquel, la monitora del curso nos explicó los pasos para ir haciendo nuestro propio centro de mesa y oye, para ser la primera vez, la verdad es que no se nos dio nada mal. ¿Qué os parece?

La historia nos gustó tanto que el sábado repetimos experiencia en Oncala, otro pequeño pueblecito en el que durante todo el fin de semana han organizado la «Fiesta del Acebo» con un programa de actividades de lo más nutrido. Había de nuevo talleres como el que habíamos hecho en Aldealices y aunque nos quisimos apuntar de nuevo para perfeccionar nuestra técnica, no quedaban plazas.

Otra de las actividades que ofertaban era una visita guiada a los acebales en la que además de dar un paseo por el monte, te explican muchas curiosidades sobre el acebo. Aprovechando que hace muy poquitas semanas que tengo este nuevo juguete, le cambié a mi silla las ruedas por otras todo-terreno y nos lanzamos a la aventura. Sólo pudimos hacer un pequeño tramo de la visita guiada porque empezó a nevar y había estado lloviendo durante la noche así que si a eso le añadimos que teníamos que ir por una loma con bastante pendiente, la cosa se complicaba un poco, pero el rato que estuvimos fue suficiente para ver algunos acebales grandísimos y disfrutar de los primeros copos de nieve del año.

Decidimos volver al pueblo y aprovechar para visitarlo. Oncala es un pueblo de cuento. Todas sus casas son de piedra y las calles también. En este fin de semana lo decoran con infinidad de guirnaldas de acebo colgando de todas las puertas, farolas y balcones. El único problema es que todo el pueblo tiene unas cuestas increíbles y el suelo como os he dicho es empedrado. En otra ocasión hubiera sido un suplicio para visitarlo con silla de ruedas pero este año con mi nueva Batec recorrí todo el pueblo sin problemas. Yo estaba encantado pero Izaskun mucho más porque no tuvo que tirar de silla casi en ningún momento.

Terminamos la mañana en una nave donde había una feria de artesanía y agroalimentación con productos típicos de la zona, castañas asadas y caldo casero. Cuantas cosas y qué ricas hay todavía en los pueblos y que poquito se conocen. Allí además tenían baños que no estaban completamente adaptados pero eran bastante grandes y me resultaron útiles.

Como no pudimos repetir el taller de centros de acebo, compramos unos ramos en la feria y con ellos hemos pasado toda la tarde de domingo entretenidos con más amigos practicando lo que aprendimos y este es el resultado.

En momentos de crisis como los actuales este tipo de escapadas están al alcance de todos ya que la mayoría de las actividades y degustaciones que os he contado eran gratuítas o tenían un precio simbólico. Así que ya sabéis, animaos a revivir tradiciones.
Escrito por Kity.
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