El día comenzaba temprano, ya que el día iba a ser largo. Visitábamos Potes y distintos recursos del Valle de Liébana.
En la puerta del hotel Santemar, nos esperaba Alejandro de Taxi Amigo, quien nos acompañó durante todo el viaje con su furgoneta adaptada. Quiero hacer un pequeño inciso para saludar a Alejandro, que es un gran profesional y mucho mejor persona, siempre dispuesto, atento y servicial como nadie. Sabe perfectamente como tratar a las personas, con y sin discapacidad, para mí lo quisiera siempre en todos los viajes que realizamos. Lo conocimos el año anterior, en los días que estuvimos en Cantabria y ya nos fuimos encantados con él, pero al llegar este año y tener el detalle que tuvo con Fran de motu propio y sin ninguna necesidad, nos llegó al corazón sin duda alguna. Volveremos un día ex profeso, para que Fran le conozca y comernos juntos unos churros de sus churrerías.

Empezamos por el Centro de Interpretación del Parque Nacional de los Picos de Europa en Tama (de camino a Potes). Un edificio bioclimático, basado en los materiales de construcción de la zona, pero con un aspecto muy moderno. En él se muestra una exposición donde se recrean los paisajes, ecosistemas, usos y costumbres más representativos del Parque.


La zona expositiva está situada toda en la planta inferior y es completamente accesible. En la parte superior del edificio hay un mirador y una sala de audiovisuales a las que se accede a través de rampas con bastante pendiente, que requieren ayuda de tercera persona. Disponen de baño adaptado en la planta baja.


De aquí fuimos directamente a Potes, donde nos esperaba la visita a “La Torre del Infantado”.

Entre medio, como llegamos demasiado temprano y hacía un día espectacular, decidimos tomar un cafecito en una terraza en los soportales de Potes, con una amiga nuestra que trabaja allí. El pueblo es precioso, tiene un encanto particular. No nos cansamos nunca de visitarlo. La única pega que tiene, es que no es muy accesible en silla de ruedas, por lo que no se puede disfrutar completamente. Aún así, merece la pena visitarlo aunque sea con algún problemilla que otro.


Llegó la hora y Pilar, nuestra guía para visitar “La Torre del Infantado”. Todo un lujo y un privilegio, ya que no suele hacer visitas guiadas, fue la visita con Pilar, directora del centro.
Se trata de una fortificación defensiva medieval con forma de torreón, que aloja en su interior un museo, distribuido en 6 plantas comunicadas por ascensor. El museo acoge de forma permanente la exposición “El Cosmos del Beato de Liébana. Aquí comienza todo”, que trata la vida y obra del abad lebaniego, primer escritor cántabro y por ende español. Una exposición muy bien montada, con facsímiles de los libros originales y explicaciones en detalle de cada uno y de sus iconografías.

La visita se nos hizo muy breve, breviiiiiísima, todo ello debido a Pilar, que nos lo explicó todo en detalle, de una forma súper-amena. Te lo transmite con una gran pasión, cómo se nota que lo vive, que le encanta y que investiga diariamente sobre el tema.

De normalidad la visita es autoguiada y el centro es completamente accesible, con baño adaptado. En la última planta, existe un mirador espectacular, ya al estar situado en un punto estratégico, se ve el pueblo, los ríos Deba y Quiviesa, los Picos de Europa y el monasterio de San Toribio. Nada más que por la vista merece la pena subir.

Era ya mediodía y el hambre apretaba. Con gran pena nos despedimos de Pilar y nos fuimos a comer al Balneario de La Hermida, a pocos kilómetros de Potes, un restaurante accesible con baño adaptado y parking a la entrada, todo un lujo en plena naturaleza.

Allí dimos cuenta de un menú a base de cocido lebaniego (berza, garbanzos, morcilla, chorizo tocino y costilla) que estaba bueniiiisimo, por 24€ por cabeza. La única pega, es que con el calor que hacía, nuestro cuerpo ardía por los cuatro costados, jejejeje.

Para despedirnos de la comarca de Liébana, fuimos a ver la Iglesia de Santa María de Lebeña, que nos tocaba cerquita y nos habían comentado que la visita guiada era única y singular.

Se trata de una pequeña iglesia prerrománica de estilo Mozárabe, la más importante de este estilo de Cantabria. Aunque he de decir, sin lugar a dudas, que la iglesia con mejor guía de la zona y de las mejores de España, María Luisa. Una lugareña encantadora, que te cuenta la historia a su manera, salpicada de anécdotas graciosas y que le encanta lo que hace y su iglesia, como la llama ella. En pocas palabras, es un crack.

Si pasáis por allí, no dudéis en hacer la visita, merece la pena.
Aquí acaba el fin de semana, que gracias a Turismo de Cantabria, nos ha servido para conocer y contaros, nuevos recursos turísticos accesibles que todos podemos disfrutar.
Ya de vuelta, como no, paramos en Unquera y compramos unas corbatas gigantes (de hojaldre) y unas palmeras de chocolate que nos encantan, a nosotros, a nuestros padres y a nuestros sobrinos.

Si es que volvemos a casa cargados como las abejas, quesos, corbatas, palmeras, sobaos pasiegos. Toooooodo de comer, ¡¡¡Qué buenooooo!!!
Escrito por Kity