Pekín está organizado en seis anillos, el primero es la ciudad prohibida y el sexto el límite de la zona estrictamente urbana, nosotras vivíamos en el tercero. Los anillos son enormes carreteras de circunvalación en los que circulan coches, motos, vehículos eléctricos y bicicletas… Que hubiera tantas bicis nos vino fenomenal, ya que en mis dos visitas la rueda de la silla experimento un pinchazo pekinés así que visitamos uno de los múltiples “bici mecánicos” que había por la calle.

El primer monumento que visite el día que aterrice en Pekín, fue el Templo de las Lamas, el templo budista más grande fuera del Tíbet. Este templo está rodeado de tanto de hutones tradicionales como recién “reformados” al estilo Pekinés, lo cual consiste en derruir las construcciones antiguas y construir unas nuevas tratando de mantener el estilo. La ventaja de estas nuevas construcciones es que en las zonas de baños comunitarios puede llegar a haber no solo un retrete, sino un baño accesible!! Lo cual en Pekín es más que oro…jeje!
Para transitar por el templo hay pequeñas rampas en algunos puntos o pasos con un escalón que con un poco de ayuda son muy factibles. El ambiente del templo es muy interesante lleno de chinos rezando con un agradable olor a incienso.
Sin lugar a dudas dos de los lugares que más me gustaron fueron el Palacio de Verano y el Templo del Cielo.
El Palacio de Verano está algo alejado del centro de la ciudad, se puede acceder en trasporte público o como hicimos nosotras en taxi, las personas con movilidad reducida no pagamos. Dado el gran tamaño de este palacio, lo más interesante es dedicarle varias horas para poder pasear tranquilamente, descubrir sus rincones y dejarte transportar a otros tiempos al más puro estilo Ana y el Rey.

El Palacio de verano tiene múltiples edificaciones, a las que en su mayoría no se puede acceder en silla en alguna ocasión me levante para poder ver el interior de las estancia pero el entorno en si es lo que merece muchísimo la pena. Hay un gran lago por el que puedes coger un barquito, nosotras no nos subimos pero con un poco de equilibrio de tronco es un paseo factible, la silla mientras se queda en tierra… Pekín es bastante seguro así que dejar la silla ahí no es ninguna locura.

Cerca del Palacio de Verano está la ciudad olímpica, dado que las dos están un poco a desmano del centro es interesante aprovechar para hacer las dos cosas en un día, a la villa olímpica llegamos de noche, la iluminación es muy bonita y desde luego completamente accesible.


El recorrido por el Templo del Cielo y los jardines aledaños fue una experiencia cultural muy enriquecedora. Lo mejor es ir con tiempo para además de ver los edificios, pasear y observar a la gente y si es posible como fue nuestro caso interrelacionar con los oriundos. Fue muy interesante pasar un buen rato hablando con un grupo de pekinés de 50 años uno de los cuales iba en silla y le llamaba poderosamente la atención que una caucasiana como yo hubiera viajado sola a Pekín.

En los jardines que rodean al templo abundan las personas practicando Taichí, volando cometas, las jaulas de pájaros, jugando al Bádminton o al ajedrez…
Una agradable forma de terminar el día es cenando en uno de los múltiples pequeños restaurantes que rodean el Hou hai lake
Post escrito por Edurne.
Recuerda el viaje completo en los siguientes enlaces:
PEKÍN CON SILLA DE RUEDAS (PARTE I)
PEKÍN CON SILLA DE RUEDAS (PARTE II)
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