Escribiendo este post tengo una mezcla de sentimientos. Recuerdo el fin de semana de Milán con muchísimo cariño, lo ciudad estaba ambientadísima. Estábamos en plena Fashion Week, nos hizo un tiempo buenísimo, fantástico para recorrer la ciudad paseando aprovechando que es plana y por ello fácilmente transitable con la silla, de hecho, recorrimos paseando 26km el primer día y 18km el segundo… lo pasamos fenomenal! Pero… ese fin de semana la pandemia dio la cara en Italia… el domingo cuando volvíamos al aeropuerto había ya muchos trenes cancelados… sabíamos que algo pasaba, pero no éramos conscientes de lo que se nos venía encima. Esta fue mi primera y última escapada al extranjero en 2020.

Nosotras volamos al aeropuerto de Malpesa, que cuenta con una buenísima y accesible red de tren para acercarte a la ciudad, además si tienes movilidad reducida no pagas el billete. Cogimos el tren a Garibaldi y de ahí el metro a San Siro. La red de metro de Milán cuenta con numerosas paradas accesibles y en la mayoría de estaciones las personas de seguridad te ofrecen la posibilidad de llamar a la estación de destino para confirmar que funciona el ascensor o elevador.
Nuestro hotel estaba a 15 min rodando de la parada de metro, justo al lado del estadio. Fue impresionante atravesar el parking del estadio y recordar la final de la Champions que tuvimos la suerte de vivir hace unos años.
Teníamos día y medio para descubrir Milán, un tiempo increíble y muchas ganas de pasear así que la premisa general fue coger el metro para llegar al punto más lejano y de ahí empezar a caminar con rumbo, pero sin ruta fija para empaparnos del ambiente cosmopolita, vivo y especialmente glamuroso de la ciudad. Coincidía que empezaba la Fashion Week y la ciudad estaba llena de modelos posando.
– El sábado empezamos el día cogiendo el metro a la parte norte de la ciudad, Porta Garibaldi es una de las zonas chics de Milán. La porta en sí misma es muy bonita, pero no podíamos perdernos tampoco el bosque vertical, uno de los rascacielos más característicos de Milán. De ahí pusimos rumbo al cementerio.

– El cementerio de Milán es enorme y tiene tumbas que son verdaderas obras de artes, en definitiva, es un gran museo al aire libre. Nosotras no hicimos la visita guiada e íbamos leyendo la cartelería. La verdad que si volviera si la hubiera hecho para conocer el trasfondo histórico y cultural de las tumbas más significativas.
– De ahí bordeamos Chinatown, pero no nos adentramos en ella. Hicimos una parada en boxes en una agradable terracita, para disfrutar de un café viendo pasar el tranvía. Y pusimos rumbo al Parque Sempione al que entramos por el espectacular Arco de la Paz. En el parque además de dar un agradable paseo, visitamos el castillo Sforcesco. La Torre Branca, la versión milanesa de la Torre Eiffel, también merece una visita, nosotras la verdad que no subimos, pero creo que hay un ascensor que te lleva a la parte alta y las vistas deben de ser espectaculares. Alrededor del parque hay un montón de terracitas súper agradables y muchísimas vidas. Continuamos nuestro paseo hacia el Duomo. En esta ruta cometimos un error que fue no pasar por la iglesia de Santa Maria della Grazie y apreciar el famoso cuadro de Da Vinci, “La última cena”.
– Para llegar al Duomo atravesamos las espectaculares galerías de Víctor Manuel que son una verdadera obra de arte. Como había bastante gente en la catedral decidimos que entraríamos el domingo.
– Se acercaba la hora de comer, así que empezamos un paseo sin rumbo claro por los alrededores de la catedral buscando un restaurante con terracita que tuviera buena pinta y precios “no turísticos” el reto era importante… estábamos en el icono de la ciudad… jeje. Al final comimos como a quince minutos de la catedral.
– En la zona que rodeaba al Duomo se respiraba glamour por los cuatro costados, estábamos en plena Fashion Week y había modelos posando por las calles. Durante la tarde visitamos la Scala y paseamos por los barrios de Brera y la espectacular Vía Montenapoleone, entrando en tiendas y galerías y disfrutando de los preciosos escaparates. El día terminó con un helado antes de coger el metro para volver al hotel, no sin antes hacer apreciar el Duomo por la noche.
– El domingo por la mañana pusimos rumbo al barrio de Navigli, la conocida como pequeña Venecia Milanesa por sus canales, rodeados de terracitas. Estaba súper ambientado porque es el día de los mercadillos de antigüedades.. no puedes dejar de pasear por sus puestos, cotilleando lo que tenían. De ahí fuimos caminando hacia una de las zonas universitarias de Milán donde tambien encontramos la iglesia de San Ambrosio,
– Fuimos paseando hacia el Duomo, apreciar la catedral desde fuera ya era una maravilla en si misma. Nunca imaginamos que íbamos a ser de las últimas personas en visitar el Duomo antes de que la pandemia COVID19 parara el mundo. La catedral por dentro es espectacular y las vistas desde arriba son muy chulas y se accede fácilmente por ascensor. Únicamente hay que avisar de que tienes movilidad reducida cuando compras la entrada y ahí te indican también cómo acceder al ascensor.
– Empezaban nuestras últimas horas en Milán y decidimos aprovecharlas comiendo en una agradabilísima terraza cerca del Corso Buenos Aires y dando un paseo por la zona antes de llegar a la Estación Central y darnos un golpe de realidad… había muchísimos trenes cancelados.. la verdad que no entendíamos nada pero el tiempo ha demostrado que algo muy grave pasaba..
– Como os habréis percatado en el post apenas hago mención a la accesibilidad, y es que ciertamente es muy cómoda y apenas encontramos inconvenientes, salvo algún problema puntual en una estación de metro. Es tan plana y con los bordillos rebajados, que si eres una persona medio-rodante como yo, te sientes como pez en el agua porque no hace falta que te empujen.
Post escrito por Edurne.
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