El pasado febrero vivimos una experiencia que nos encantó y que quiero compartir con vosotros. A veces las mejores experiencias no tienen por qué ser en lugares lejanos o que supongan un desembolso económico importante. De hecho, la mayoría de las veces, vivir situaciones que en su momento fueron cotidianas son aquellas que nos devuelven a las raíces y que nos hacen desconectar y disfrutar como niños.

Precisamente eso es lo que hicimos en un pequeñísimo pueblo de Soria (Trévago). Un pueblo de poco más de 100 personas censadas, aunque en el día a día viven unos 30 vecinos. Sin embargo, aún siendo tan poquitos tienen un montón de iniciativas súper chulas para acercar sus tradiciones y el acercamiento de los urbanitas al entorno rural.

Varias veces al año organizan actividades de fin de semana, en concreto el primer fin de semana de febrero y coincidiendo con San Blas, patrón del pueblo, pequeños y mayores se reúnen para hacer bollos de pan rellenos de chorizo y rosquillas. La experiencia es súper bonita y divertida para todos. Nosotros fuimos con nuestro hijo de 5 años y lo pasó pipa amasando y enharinando los bollos que después comeríamos todos juntos en una comida popular completamente gratuita, cortesía del Ayuntamiento.

Por la tarde hubo un concierto a cargo de una orquestina al estilo de los años 20-30 que amenizó una suculenta cena popular que consistía en una variedad de pinchos elaborados por los vecinos del pueblo.
UN PUEBLO QUE CREE EN LA ACCESIBILIDAD
Será por el propio envejecimiento de la población o bien por las ganas que tienen de hacer de Trévago un pueblo para todos, la cuestión es que han estado trabajando para que se a más accesible, aunque es cierto que hay algunas cuestas de pendiente pronunciada en las que o bien vas con ayuda eléctrica o bien te van a tener que echar un capote.
Lo que sí es cierto es que muchas de las calles están recién rehabilitadas con un pavimento liso y uniforme muy cómodo para rodar con silla. Acaban de re inaugurar lo que en su momento fueron las antiguas escuelas y que hoy alberga el salón social que hace las veces de bar y lugar de reunión donde se celebran las comidas y cenas populares, los conciertos y en el que hay una gran cantidad de juegos de mesa para todas las edades. Además de contar con entrada accesible por dos lados, uno de los baños está adaptado.



Al lado está el Centro de Interpretación de las Canteras Molineras, que también es accesible. Acaban de terminar un centro juvenil que tienen acceso a través de rampa y cuya movilidad en su interior es genial. Es un salón súper grande donde se realizan talleres o eventos. Ese fin semana sin ir más lejos fue el lugar donde estuvimos haciendo los chorizos y los choripanes. Cuenta con dos baños y aunque ninguno de los dos es completamente accesible, uno de ellos sí podría ser práctico para determinados silleros.

Es curioso que un pueblo tan pequeño tenga 5 casas rurales, de las cuales, una de ellas es accesible y tiene una habitación completamente adaptada y otras dos, tienen habitaciones en itinerario accesible y, pese a no cumplir completamente con la normativa, sí podrían ser útiles para usuarios de silla de ruedas ( conviene confirmar las condiciones que tienen para asegurar que se ajustan a las necesidades de cada uno).

Nosotros estuvimos en Casa Rural Valmayor. Es una casa de alquiler por habitaciones con una impresionante terraza con vistas al Moncayo.

La casa tiene también un precioso jardín con piscina a cota cero a los que se accede con silla de ruedas desde la calle ya que la casa está construida a contraterreno.

En la planta baja de la casa hay una habitación adaptada para silleros con un baño grandísimo equipado con ducha a cota cero, silla regulable en altura y barras tanto en la ducha como en el WC.


Si estáis buscando un lugar para descansar unos días en un entorno rural alejado del mundanal ruido, os recomiendo que anotéis Trébago o Trévago ( es curioso pero se puede escribir de las dos formas) como opción interesante.
Post escrito por Kity.
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