El pasado septiembre Ivy, mi perra guía, y yo nos hicimos una escapada a Cantabria organizada por el equipo de Equalitas y de Silleros Viajeros.

Contamos con una diversa muestra del turismo de Cantabria: un viaje por parques y monumentos naturales, por cuevas, por la prehistoria y por el arte contemporáneo, sin dejar a un lado los sabores típicos de la zona y la idiosincrasia de sus gentes.., desde la perspectiva de una persona ciega, pude disfrutar de todas ellas.
En el caso del monumento natural de la Secuoya, sin duda es la más inclusiva. Se percibe con todos los sentidos la grandeza del lugar: los sonidos de las ramas de los árboles golpeados por el viento y de los pájaros, el tacto de la lluvia o el sol en la cara, el olor de hierva mojada, la sensación de paz, la textura de las hojas bajo nuestros pies y la experiencia de intentar abrazar a una Secuoya. Resulta apto para los más activos, ya que se puede recorrer de principio a fin por la pasarela, y para los que prefieran la contemplación, el descanso o un picnic en la naturaleza. Sitio ideal para ir en familia, pareja, con amigos o solo, y, si vas con tu mascota o perro de asistencia, la diversión está garantizada.

El parque de la Naturaleza de Cabárceno, con 100 especies de animales, ofrece gran flexibilidad en las visitas. Allí se aprende y disfruta del mundo animal, dando de comer a un rinoceronte y tocando su imponente cuerno; oyendo a los elefantes comer manzanas y luchando por ellas con sus compañeros; ejerciendo de cetrero por unos minutos para sentir el peso de un águila y el tacto del plumaje, pico y garras de un búho; volando sobre el parque en un funicular; entre otras muchas experiencias que ni al más reacio dejará indiferente.


Entre la neo cueva Altamira y la cueva del Soplao, aunque a primera vista pueda resultar menos accesible para una persona ciega o con baja visión, me quedo con el Soplao. Una vez más, por las posibilidades que ofrece de ser percibida: la sensación de estar en una cueva de verdad, respirar el mismo aire de nuestros ancestros, sentir el frío y la humedad, escuchar el ruido del agua, y de la piedra, enriquecido con la ambientación artificial que se ofrece y tocar, aunque a escondidas, las estalactitas, un milagro de la naturaleza. El mi memoria permanecerá esa particular textura y forma junto a la imagen mental de piedras que parecen hielo, tan blanco, liso y suave.

Altamira es muy accesible. Con un buen guía, personas ciegas podemos disfrutar como cualquiera. Lo más atractivo es recorrer la cueva y tocar las formas de caballos y bisontes labradas en la piedra de las paredes, aunque no es tarea fácil detectarlas, con un poco de ayuda seguro que las sientes. Parte de la exposición del museo cuenta con audio guías, si un acompañante o guía indica donde están localizadas, las personas ciegas podemos acceder a la exposición sin problemas; además, la estación táctil, actualmente poco funcional, promete, pues hay planes de renovarla y mejorar su accesibilidad. .

El MUPAC con un buen guía se disfruta mucho. Cave destacar que este museo tiene un gran potencial para hacerlo más accesible a personas ciegas a través de replicas.

Volviendo a la modernidad, el centro Botín es grandioso y en sus pasarelas exteriores se disfruta del encanto del mar, se respira la brisa y se oye el golpeteo de las olas. Dentro del edificio se puede pasear por sus instalaciones deleitándose con su arquitectura. Un lugar para pasear y tomar algo en la cafetería, la visita a las exposiciones me las pasaría por alto, ya que personas ciegas poco o nada van a apreciar.

Finalmente, la gastronomía cántabra es exquisita. las tradicionales anchoas y bocartes acompañadas de pimiento rojo, el cocido montañés, unas rabas o un solomillo de tomate son algunas de las delicias con las que podemos mimar a nuestro paladar. Te recomiendo darte un paseo por el Paseo de Pereda y degustar una comida o cena en el restaurante la Caseta de Bombas, donde además de disfrutar de unos excelentes manjares, te encontrarás con una atmósfera acogedora y con un servicio impecable.

Post escrito por Zuriñe de Anzola G.