Despertamos el domingo desayunando en el hotel todos juntos, comentando todo lo visto y vivido el día anterior. La opinión generalizada era de satisfacción, y eso que no conocíamos ninguno lo que íbamos a descubrir ese mismo día.
Los taxis adaptados estaban esperándonos en la puerta para llevarnos a nuestro primer destino, El Jardín Botánico Atlántico.

Una gran sorpresa, por inesperada y por desconocida para nosotros. Un gran jardín de 25 hectáreas, de las cuales sólo son visitables por ahora 16. Está lleno de distintas especies de árboles y plantas, tanto originarias como importadas. También cuenta con un jardín histórico con más de 150 años y un bosque natural con árboles de hasta 400 años.
Además se puede pasear por distintas huertas, donde podemos ver todo tipo de plantas hortícolas representativas de los vegetales que todos los días tenemos en nuestra mesa, así como árboles frutales, para que sepamos de dónde vienen las frutas que comemos todos los días.

El Jardín está surcado por multitud de senderos para disfrutarlo, algunos de ellos accesibles y con baños adaptados.
Es un lugar muy vivo, ya que además del pulmón de naturaleza que es, realizan multitud de actividades culturales, actividades para niños, proyectos de investigación, etc.

Después de esta primera visita, que nos encantó, pasamos paseando a “La Laboral Ciudad de la Cultura”, a escasos 200 metros de la salida del Jardín Botánico, pero con una pendiente muy elevada, en la que necesitas ayuda si vas con silla de ruedas manual.

Es un sitio del que había odio hablar, pero jamás me hacía una idea de lo impresionante que podía llegar a ser. Particularmente, me sonaba a una zona universitaria y nada más, pero nada más lejos de la realidad.
Se trata de un edificio de 1956, de los macroproyectos de la era franquista, con más de 270.000 metros cuadrados y declarado Bien de Interés Cultural en 2016. Aquí estuvo radicada la Universidad laboral de Gijón, con residencia para más de 1000 estudiantes, teatro, iglesia, talleres, granja, instalaciones deportivas y campos de cultivo. Un edificio descomunal que tras varios usos y su abandono, fue restaurado por el Principado de Asturias como Ciudad de la Cultura.

El lugar impresiona desde la llegada, desde el exterior se ve impresionante, construido a imagen y semejanza del Partenón de Atenas, la entrada es enorme con columnas de granito y unas puertas inmensas, así como otros muchos detalles que los dejamos para cuando vayáis a verlo y que os recomendamos lo hagáis con guía, ya que merece la pena no perderse ni un detalle, ni su historia.

Una vez que pasas la gran puerta, te encuentras en una gran plaza, que quiere simular la plaza de San Marcos de Venecia y de fondo una iglesia de planta elíptica super bonita exteriormente. Tras la iglesia se encuentra una torre de 130 metros a la que se puede subir en ascensor y desde la que se ve una gran panorámica de Gijón y sus alrededores.
Todo esto lo completamos con un gran teatro, con una acústica impresionante y otras zonas unidas al complejo y que merece la pena descubrir.

Y como en todo buen colegio, también hay una cafetería-restaurante a la que se accede con silla de ruedas desde el exterior, en la que se puede comer muy bien y a muy buen precio, un menú bien elaborado, en el que puedes disfrutar también de la cocina típica de la zona. Aquí también hay baños adaptados y todo el recorrido es accesible en silla de ruedas.

En el exterior del edificio existe un parking público con plazas reservadas para personas con problemas de movilidad reducida.
Y hasta aquí llegamos en este viaje, ya que después de comer y con mucho pesar, cada uno de nosotros inició el viaje de vuelta hacia su lugar de origen.

Sin duda un gran fin de semana, que hemos pasado entre amigos en Gijón y que os invitamos a descubrir.

Escrito por Kity
Recuerda el viaje completo en los siguientes enlaces:
DISFRUTANDO GIJÓN SOBRE MI SILLA DE RUEDAS I
DISFRUTANDO GIJÓN SOBRE MI SILLA DE RUEDAS II
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