Después de tantos, el primero…
Una tarde de noviembre de 2018 caí en la cuenta de que 2 meses después llegaría mi cumpleaños número 30, y con el malestar que eso me generaba (perdonen los mayores, pero así lo sentí) decidí que la forma de pasarlo lo más desapercibido posible sería en un viaje.
Y así me sumergí en un mundo nuevo, sin saber en aquel momento que a partir de ese viaje, se me grabaría a fuego y como meta principal en la vida viajar, viajar y viajar.
La realidad es que ya había viajado en múltiples oportunidades y en diversas circunstancias, pero esa vez lo sentí diferente. Algo en mí me decía que sería un nuevo comienzo.
Tenía la posibilidad y fortuna de que un impulso me aterrizara en otro país, y por primera vez todo dependería absoluta y exclusivamente de mis propias decisiones.
Así que 5 minutos después de decidir no cumplir años, ya estaba en campaña para ejecutarlo. Tengo claro que muchas veces me propongo metas aun sabiendo de antemano que su concreción aparenta ser imposible, soy consciente de que disfruto de eso, pero como también me gusta dar todo de mí en cada desafío, esa vez y con el tiempo apremiando, me permití escuchar consejos antes de embarcarme en un viaje a la otra punto del mundo y que implicara dormir 2 días en cada ciudad (eso podía quedar para la próxima!)
Cuando viajamos en silla de ruedas (eléctrica en mi caso), la elección del destino no debe subestimarse creyendo que todo será sencillo.
Si hago un balance de Chile, la balanza habla por sí sola y la experiencia fue totalmente gratificante. Tal vez no sólo analizándolo desde el lado de la accesibilidad sino considerando cada desafío y cada percance como un aprendizaje. Aprender lo que nos gusta y lo que no, lo que queremos y lo que nos falta, lo que nos sobra, lo que es importante tener en cuenta y lo que nos da dolores de cabeza innecesarios y evitables. Pero sobre todo, se trata de aprender a lidiar con la adversidad y a renunciar a algo cuando realmente es imposible (la mentira más grande del mundo es creer que sólo hay que querer para lograrlo, la sabiduría radica en saber seleccionar).

Dicho esto, y yendo a lo útil en cuanto a viajar en ruedas, paso a relatar mis días en Chile:
Viajé el 31 de diciembre en un vuelo directo de Latam desde Montevideo con destino a Santiago. Había comprado el pasaje por internet con aproximadamente un mes de anticipación y en la misma página de la aerolínea especifiqué que viajaría con una silla de ruedas eléctrica, su peso, medidas y tipo de batería.
Días antes del viaje, tal como solicitan todas las aerolíneas, fui personalmente a la sucursal de Latam en Montevideo (podría haberlo hecho también por vía telefónica) para corroborar que todo estuviese correctamente detallado en el pasaje y para asesorarme sobre cómo lograr que me permitieran llegar con mi silla hasta la puerta del avión (la gran guerra de quienes viajamos en silla).
Debo decir que si bien las normas y protocolos (más claros o menos claros) existen, las cosas se suceden en buena parte en función de la buena (o no) voluntad del personal de turno y sobre todo de la determinación y empeño que uno mismo ponga en velar por sus derechos.

En mi caso, todo en Montevideo fue un éxito pero una vez en Chile, no tuve otra que perder la batalla. Por más que insistí hasta el cansancio, me reencontré con mi silla a la misma vez que con mis valijas, ya en la cinta transportadora. Es cierto que el hecho de haber estacionado el avión en una puerta sin manga para bajar (sólo escalera) dificultó las cosas, pero el hecho de que era la noche de año nuevo y la mala voluntad de la gente jugaron un gran papel esta vez.
Superado eso, me trasladé al hotel en una camioneta con rampa muy cómoda, que había reservado de antemano y ya me estaba esperando. El precio fue de locos, 75 dólares, pero tristemente así funcionan la mayoría de quienes prestan servicios especiales. De todos modos reconozco que el servicio fue muy correcto y puntual. Si lo necesitan, pueden contactarse a través de su página de Facebook “ArPal Chile”.
Respecto al alojamiento, después de leer mucho en internet e investigar los lugares que pensaba visitar, decidí alojarme en el barrio Las Condes (gran opción!). Para elegir hotel, mandé correos a decenas para asegurarme las cuestiones de accesibilidad y terminé optando por Plaza el Bosque Ebro. Carencias que le encontré: el sector de la piscina tiene escaleras para acceder y el baño (incluso habiendo reservado una “habitación especial”) tiene ducha pero con un pequeño escalón y mampara de vidrio que deja la entrada muy angosta. Haciendo un balance del hotel, lo recomiendo ampliamente si es que no necesitan ingresar a la ducha con silla de ruedas propia. Les recomiendo exigir fotos de la habitación y el baño antes de decidir qué reservar.

Pasemos a la parte más divertida. A excepción de un día, pasé toda mi estancia en Santiago de Chile y recorrí un montón de lugares muy lindos, de fácil o relativamente fácil acceso e imprescindibles si van de turistas: Parque Bicentenario (perfecto para los amantes del aire libre), Costanera Center y su mirador, shopping Alto las Condes, centro histórico, Palacio de la Moneda (deben registrarse en su sitio web con al menos una semana de anticipación para el tour por dentro), Plaza de Armas, Patio Bellavista, pueblo Los Dominicos, Mercado Central y Cerro San Cristóbal, entre otros. Sobre este último, tengan en cuenta que tanto la subida como la bajada se hacen en combinación de funicular y teleférico, pero sólo el teleférico está adaptado para sillas, por lo que para ciertos tramos van a tener que esperar un rato la llegada del bus turístico del parque que sí tiene plataforma elevadora.

A todos los lugares que menciono puede llegarse fácilmente a pie (“a pie”), en bus o en metro. Ambos transportes funcionan muy bien para sillas de ruedas. Recomiendo igualmente ir consultando día a día en el hotel por las paradas y combinaciones para no perderse ni perder tiempo!
Si son amantes de la naturaleza y las montañas (y sino también, porque el lugar es absolutamente mágico) no pueden perderse un día en el Embalse de Yeso y el Cajón del Maipo. El lugar es a unos 40 km de donde me alojaba e inaccesible con transporte público. Tampoco ninguna de las empresas turísticas de la ciudad cuenta con flota adaptada. Así que una vez más caí en manos de ArPal, pagando por mis 8 horas de paseo 145 dólares y sin siquiera llegar a la punta del Cajón, ya que según los conductores había habido un accidente el día anterior y el último tramo estaba entonces cerrado (viviré con la duda de si era cierto o estaban cansados). De todos modos el lugar es realmente fascinante y vale la pena ir.

El único día que salí de Santiago de Chile fue para ir a Viña del Mar y Valparaíso. Al menos hasta la fecha de mi viaje, ninguna empresa de transporte fuera de la ciudad tenía vehículos equipados con rampa o elevador (ninguna! de verdad consulté en todas y cada una de ellas!). Para el viaje contraté a otra empresa privada que me recomendaron a último momento en el hotel. Se llama Moovi (www.moovi.cl) y trabajan con mucha responsabilidad. Una vez más, como todo servicio especial, la oportunidad no pasa desapercibida y los precios se disparan, pero tomémoslo como gajes del viaje sillero. En esta oportunidad la suma ascendió a 300 dólares.

A menos de 10km uno del otro, ambos lugares son ciudades turísticas costeras, caracterizadas en gran medida por sus playas y jardines (en el caso de Viña del Mar) o por sus coloridas casas sobre acantilados (en Valparaíso). Suena atractivo (y lo es), pero personalmente no se los recomiendo para ir con silla de ruedas. No es que no se pueda, es que no vale la pena (a mi criterio, por supuesto). Hay rampas en varios lugares pero no en todos, y si bien van a poder disfrutar del aire, un almuerzo agradable y un montón de ferias de artesanías y suvenires, las típicas atracciones turísticas no están adaptadas (funiculares, ascensores, paseos en barco, entre otras). De todos modos, si ya están en la vuelta y no les importa no aprovechar la actividad al máximo, vayan hasta donde puedan ya que nunca está demás conocer nuevos horizontes.

Creo que con esto dejo cubiertos los principales puntos a tener en cuenta si van a visitar Santiago de Chile, pero si creen que puedo ser de más ayuda, no duden en escribirme.
Buen viaje!
Post escrito por Gabi Bergstein.
Que gran experiencia. Me gustaria viajar con mi sobrino de 17 años en silla de rueda manual a sgo de xhile y conocer la nieve ( algun centro de esqui) podrian recomendarme alguno? .
Otra comsulta , se puede tomar metro con la silla ? Estan adaptadas las paradas para poder acceder ?