Cuando dices que va a ir a Bremen, todo el mundo te dice «verás a los músicos de Bremen», popular libro de los Hermanos Grimm que hizo famosa esta ciudad en todo el mundo.
Cierto es que salvo por esto y por el Berder Bremen, equipo de fútbol de la ciudad, yo no había oído hablar de este lugar, asi que ha sido un placer y una gran sorpresa descubrirlo.
A Bremen se puede llegar directamente en avión, ya que dispone de aeropuerto. De aquí al centro se puede ir en taxi o en tranvía, ambos adaptados para personas con discapacidad.
Nos alojamos en el Hotel Couryard Marriot Bremen, situado al lado de la estación central de tren y en el centro de la ciudad. La habitación estaba bastante bien adaptada y era enoooorme, una gozada para un sillero como yo.



Bueno, vayamos al grano. La ciudad es una sorpresa, tiene un casco antiguo muy bonito, bien conservado y restaurado. La fachada principal del ayuntamiento es impresionante (declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO), así como el interior, con varias de sus salas que son visitables turísticamente y otras que tuvimos el privilegio de ver, como deferencia a nuestro blog, que son preciosas y cargadas de historia.

El Ayuntamiento es accesible y se pueden hacer visitas guiadas reservando previamente en la oficina de turismo. En este enlace tenéis toda la información para reservar este y otros tours



Algo que no os podeis perder si visitais la ciudad, son las bodegas del Ayuntamiento (hay que concertar la visita en la oficina de turismo), están justo debajo de éste y ocupan gran parte del edificio y la plaza colindante. Tienen un encanto y una historia muy particular, merece la pena sin duda…. Se pueden visitar íntegramente con silla de ruedas y si queréis, también podéis comer en su restaurante. Una auténtica delicia de lugar donde reposa el vino más antiguo de Alemania


Junto al ayuntamiento se encuentra la catedral, la casa de los comerciantes y la calle de los toneleros, que unía antiguamente el centro con el puerto, ahora reconvertida en una calle museística, con tiendas de capricho, bares y un reloj de carillón muy original (salen personajes que han sido famosos por sus méritos logrados) que encanta a los visitantes.



También se puede visitar el antiguo barrio pesquero, ahora convertido en una zona de tiendas de recuerdos, restaurantes y artesanos. Pasear por sus calles estrechas y de casitas pequeñitas tiene un encanto particular. El único pero es que las calles de esta zona son empedradas y las aceras no tienen rebajes, por lo que resulta muy incómoda de visitar en silla de ruedas.


En la visita a la ciudad veréis alusión en multitud de lugares a los músicos de Bremen, a la gallina con sus polluelos o al pastor con sus cerditos, protagonistas de la creación de la ciudad, cuya historia es encantadora y os invito a descubrirla….


La ciudad es completamente llana y muy fácil de recorrer en silla. El centro es muy pequeño y muy coqueto, completamente recomendable.

Otro sitio para visitar es Universum, un lugar donde poder pasar un buen rato con los más pequeños, o simplemente los mayores, poniendo en práctica pequeños juegos de ciencia.


Para comer puedes hacerlo en algún pequeño puesto de salchichas o por ejemplo (si deseas algo mas formal), en el restaurante que se encuentra en la Bodega del Ayuntamiento, es muy original y se puede acceder a él con silla por la parte trasera del Ayuntamiento, mediante una plataforma salvaescaleras,



Otros restaurantes interesantes ya ccesibles son el Intermezzo, restaurante del Teatro Die Glocke , situado junto a la catedral y que utiliza un claustro ajardinado de esta como terraza y acceso en silla de ruedas o el Restaurante Cánovas, en el Museo de Arte Moderno, un lugar con mucho «glamour». Todos ellos se pueden disfrutar a precios no demasiado caros, entre 25 y 50€, depende de lo que pidas.

La ciudad bien se merece un fin de semana por lo menos. Mi recomendación particular es que contratéis un guía para verla bien y que te la expliquen al detalle. Nosotros tuvimos la suerte de tener a una de las mejores sin duda, Maritza, una cubana afincada en Alemania que te explicaba todo superbien y de una manera muy temperamental, como son los isleños.

Antes de acabar nos gustaría agradecer a Turismo de Alemania y a la oficina de Turismo de Bremen, la oportunidad de descubrir este destino para los «Silleros Viajeros».