El tener una lesión medular, significa que hay que cambiar la perspectiva, pero en ningún caso dejar de hacer lo que te gusta. En mi familia, nos debatimos entre los amantes de la playa y los amantes de la montaña. En primavera y verano, la negociación puede llegar a ser más compleja, pero en invierno, no hay rival para las alturas. A distancia razonable, tenemos la maravilla de los Pirineos. Tanto en su vertiente francesa como española, las oportunidades para disfrutar de la naturaleza y en inverno de la nieve son una pasada. La parte francesa es más verde y arbolada y suele haber más nieve por estar en la cara norte (sin publicidad de marcas deportivas), sin embargo, las instalaciones y servicios de la parte española son mejores.
Por segundo año, nos decidimos ir a Andorra, que tiene parte de las dos, como corresponde a su ubicación, tradición e historia. En general, está bien adaptado, aunque por su naturaleza, sea un país lleno de cuestas.
Estuvimos en el hotel Nordic, que tiene unas habitaciones muy bien acondicionadas y un baño al que le daría un 9. El resto está accesible y salvo las partes con moqueta, en las que hay que remar algo más, no hay mayores obstáculos. El personal es muy atento y te ayuda para llegar a las partes más altas del buffet de desayuno y cena.
Pero a Andorra no se va solo a zampar y a comprar perfumes. ¡Aquí se viene a la aventura!


En temporada alta, se ponen los aparcamientos hasta arriba rápidamente, pero hay vigilantes en el acceso, que enseñándoles la tarjeta de movilidad reducida te dejan pasar sin problemas. Hay muchas plazas reservadas para nosotros al lado del acceso, lo cual facilita la llegada, espacialmente si está nevado o con hielo.
La rampa de subida al telecabina del Tarter es criminal. Solamente el segundo día nos enteramos de que hay un ascensor en la parte trasera. No dejéis de solicitar que os lo abran porque si no os puede dar un patatús. Siempre os van a ayuda a entrar, sea directamente o con una rampa. Paran la cabina y la subida transcurre sin el menor problema.



Una vez arriba, hay rampas en todas partes hasta llegar a la nieve. Aquí se acabó lo que se daba y las estrechas ruedas de la silla se hunden en la nieve y allí te has quedado.
Contraté las clases a través de internet. En la página www.escolasoldeu.com o en el correo escola@soldeu.ad os informarán de todo y os pedirán que rellenéis un formulario para describir vuestras necesidades para la sesión de esquí adaptado.
No hay grandes restricciones porque los monitores están formados para llevar a lesiones de todo tipo. A mí me llevó Sergi, que aparte de ser un gran tipo, controlaba un montón. Si os animáis, preguntad por él.
Te preparan la silla, te ayudan a subir, te atan y enganchan todo lo que haya que enganchar y a deslizarte por la nieve.

Yo ya esquiaba antes, aunque esa experiencia no sirve para nada en la silla de esquí. La sensación es totalmente diferente. Mola un montón porque al ir tan bajito, la sensación de velocidad es mayor. El control se lleva con unos bastones que se llaman stabilos, y en todo momento, el monitor va llevándote para que no acabes en el valle o en el río involuntariamente. La silla es una pasada. Está hecha de fibra de vidrio y en mi caso, llevaba solamente un patín, por lo que la velocidad que puede alcanzar es tremenda. Lleva un amortiguador Öhlins regulable por lo que os podéis hacer una idea de lo bien que está concebida, porque es lo mejor de lo mejor en materia de amortiguadores.

La tendencia de los que montábamos en moto es la de emular a Marc Márquez en las primeras curvas, pero hay que tener un poco de paciencia y sobre todo, algo más de velocidad, porque si no, nos acostamos en la nieve. El monitor nos lleva bien sujetos por lo que, si quiere, lo evitará. Si quiere… En esta silla, solo te puedes caer de lado, por lo que, al estar además cerca del suelo, la posibilidad de hacerte daño o lesionarte es pequeña. Vamos a ver, que hay gente para todo. A mi me dio una sensación de mucha seguridad y aunque inicialmente temí por los hombros, no vi gran riesgo en ningún momento. Y me caí un par de veces.


Otra de las cosas que molan mucho en Andorra, son los restaurantes que hay arriba en la estación. En algunos hay que pasar algún tramo de nieve, por lo que es conveniente llevar un Freewheel y/o amigos con buenos bíceps y aunque a veces tengas que pasar por la cocina o subir en el montacargas, de alguna u otra forma, siempre llegas. Hay que diferenciar entre no adaptado e impracticable. Viajando, hay que preocuparse solo por lo segundo.

Y finalmente, para dar rienda suelta al consumismo, se puede hacer una excursión a Andorra la Vella para ver escaparates y hacer alguna comprita aprovechando los precios light en impuestos, pero ojo, que está limitado el importe de artículos que se pueden comprar sin declarar en la frontera, especialmente para el tabaco y el alcohol. En el centro hay muchas plazas reservadas para movilidad reducida y la mayoría de los establecimientos tienen rampas para acceder.

En general, salvo las cuestas obvias de un país pirenaico, hay buena conciencia e infraestructuras para nosotros los monoplazas y las adaptaciones son correctas. Nada de medias tintas como se ven en otros sitios. Yo quedé gratamente sorprendido por lo bien que está preparado todo. El año que viene volvemos.
Post escrito por Jose Luis
Amortiguador Öhlins, carbono,…? Que flipe, ha tenido que ser brutal.
No me cabía ninguna duda de que ibas a superar esta nueva pantalla de la vida, y de que seguirías disfrutando de todo lo bueno. Golosón…