Fachada de la tienda de Abercrombie en la Quinta Avenida. No hay escaparate con productos expuestos, tan sólo una foto de un modelo borroso. Sobre el gris oscuro y brillante del cristal se lee el nombre de la marca y se reflejan los edificios que quedan a nuestra espalda y un taxi amarillo que pasa ajeno y veloz a plena luz del día.
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